Aunque nos asombre la antropofagia, creo que diariamente nos comemos a nosotrxs mismxs, nada más satisfactorio que quitarse un cuero que nace rebelde en algún dedo de la mano, nada más relajante que con los dientes cortar un poquito de uña larga y sentir el sabor del día acumulado bajo ese espacio entre la piel y el aire, nada más sabroso que chupar el sabor del pelo recién salido del mar. Todas estas conductas tienen en su nombre clínico la palabra fagia. Comer humano, sea a unx mismx, o a alguien más, pero a fin de cuentas comérselo. El ritual de matar a alguien y pensar en comérselo está lleno de magia, blanca o negra, magia y alquimia se unen para recomponer un elemento y hacerlo otro, para desaparecer una parte y dotarla luego de valor y deseo. Es necesario una gran cantidad de elementos y fuerzas para destruir un cuerpo, molerlo, y descomponerlo a su mínima expresión.






No sería, polvo somos y en polvo nos convertirémos, sería entonces carne somos y en carne nos convertirémos.
CARNE
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María Paula Moreno / @mariapaulamor
Bogotá, COL.